Existe cierta confusión a la hora de mantener las conservas y semiconservas en nuestras casas. Y es que aunque ambos productos pueden parecer lo mismo, existe una gran diferencia de conservación entre ellas.
Las conservas se suelen someter a un proceso de esterilización con temperaturas superiores a los 100ºC, que asegura la destrucción de los gérmenes capaces de causar daño a las personas. Este proceso permite un buen estado del producto en largos periodos de tiempo, siempre y cuando se almacene en un lugar seco y alejado de las altas temperaturas.
En el caso de que estas conservas comiencen a presentar signos de deformación en el envase, olor, color u textura desagradable no deben de consumirse en ninguno de los casos. Al igual, que es conveniente respetar las fechas de consumo preferente, que suelen ser generalmente entre los 3 y 5 años de duración.
Algunos de los productos que tienden a utilizar este método son: el bonito del norte o atún blanco, pescados como la sardina y la caballa, y mariscos (como mejillones, berberechos, navajas y pulpo).
En cuanto a la semiconserva, por el contrario no pasa por ese proceso de esterilización, es sometida a un proceso que sólo estabiliza el producto durante un espacio de tiempo. Además guarda el producto en crudo, macerado en vinagre o sal entre otros. Se suele utilizar un recipiente impermeable, por su necesidad de ser almacenado en el frigorífico.
Algunos de los productos que cuentan con este método son: las anchoas o huevas de pescado.
Por último, decir que tanto las conservas como las semiconservas una vez abiertos deben guardarse en el frigorífico, y consumirse en un periodo corto de tiempo.
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