La anchoa, también llamada boquerón o bocarte, es uno de los pescados azules más consumidos en nuestro país. Pertenece a la familia de los Engráulidos, y se obtiene principalmente en el Océano Pacífico y Atlántico, aunque también se puede encontrar en el mar Mediterráneo y en el mar Negro.
Durante los meses de primavera – verano, los bancos de anchoas ascienden a capas más superficiales para alimentarse y reproducirse. Es en ese momento cuando los pescadores llevan a cabo su captura, ya que es cuando su carne resulta más sabrosa y aromática.
Dentro de la familia de las anchoas la más valorada por sus características organolépticas (sabor, aroma, textura) es la Engraulis encrasicolus, que es la que se pesca en las costas del mar Cantábrico.
Estamos ante un pescado azul rico en ácidos Omega 3 que contribuyen a disminuir los niveles de colesterol y triglicéridos, además de aumentar la fluidez de la sangre, previniendo la formación de coágulos, ideal en caso de trastornos cardiovasculares.
Las anchoas son una gran fuente de vitaminas del grupo B (B2, B3, B6, B9 y B12) que permiten el aprovechamiento de los nutrientes energéticos e intervienen en procesos de gran importancia funcional como en el sistema nervioso o en el sistema de defensas. La riqueza de la grasa de la anchoa hace que contenga cantidades interesantes de vitaminas como la A y la D que contribuyen al mantenimiento y reparación de algunos tejidos, y a la regulación de los niveles de calcio en sangre favoreciendo su absorción en los huesos.
Además este pescado azul es una gran fuente de magnesio y yodo, este último indispensable para el buen funcionamiento de la glándula de la tiroides.
Las anchoas son pescados que los niños consumen de manera muy habitual en conserva, de modo que resulta muy sencillo añadirlos a una ensalada, a un plato de arroz o a un bocadillo.
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