Conservas ZALLO: Nuestra historia

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(Habla Francisca Zallo en el Congreso Internacional del Mar:)

 – “Si ustedes buscan Zallo en Internet lo primero que saldrá será: Conservas Zallo, Los Sonidos del Mar . Izena duenak izana du. Todo lo que tiene nombre existe, dice un antiguo refrán de nuestra tierra”. 

(Narrador)

La voz de Francisca Zallo, una mano en el bolsillo y la otra apoyándose en su inseparable bastón, ha sonado clara y profunda desde la tribuna de oradores en el Congreso Internacional del Mar. Entre los asistentes, Park Jun Lee, depositario del linaje creador de “La Rosa de los Vientos”, investigador incansable de la Atlántida;  Samuel Cuadrado, no quiere decir cómo consiguió sobrevivir cinco meses en una balsa en medio del Pacífico;  el viejo Matthew MacDonald, una eminencia en geología marina; Kyep Ombangui, experto en rescates marinos…

La reunión es al pie de los Acantilados de Dover. Una gran gruta de Creta de color blanco puro salpicada de vetas de pedernal negro, rodeados de mar. Han venido a hablar del mar, sobre el mar, en el mar, con el mar… pero sobre todo quieren escuchar al mar. 

(Flashback:)

 -¡Aitite! ¡has hecho una brújula con una de nuestras latas!

 – Laztana, cuando no me veas simplemente mírala. Te dirá donde estoy.- Él había sustituido los puntos cardinales por las letras de nuestro apellido.

– Siempre la llevaré conmigo. Te lo prometo. Pase lo que pase. Esté donde esté. Siempre estaremos juntos.

– El único compromiso es que el contenido de nuestras latas representen los Sonidos del Mar.

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(Francisca Zallo en el Congreso continua su discurso:)

-“El Aitite bautizó su bote The Sounds of the Sea. El siempre decía que el futuro estaba ahí mismo,  que quería que su bote tuviese un nombre que todo el mundo comprendiera. Cuando decía todo el mundo no sabíamos muy bien a qué se refería. Pronto nos daríamos cuenta. ¡Se refería a todo el mundo!. Cada día al ver llegar los barcos a la cofradía de Bermeo, donde compramos pescado fresco, el espíritu “The Sounds of the Sea” sigue presente”.

Los asistentes al congreso quiere conocer la fórmula mágica para combinar de esa manera tan magistral tradición y modernidad, artesanía e innovación, el espíritu familiar con las nuevas tendencias del consumo. Francisca Zallo piensa en los días y días mirando al mar, mirando a ese horizonte que aparecía y desaparecía engullido por el tiempo. 

-“Recuerdo claramente cada una de sus vueltas al puerto de nuestro querido Bermeo. Qué emoción tan intensa. ¡¡¡Ahí llega te souns of desi!!!! Pero si no sabíamos ni pronunciarlo”.

(Flashback:)

The Sounds of the Sea se convirtió en leyenda. La épica de una época. ¿Por qué volvía siempre con los mejores bonitos? ¿Con las mejores anchoas? ¿Con las primeras de la temporada? Los más afamados cocineros comenzaron a frecuentar la casa de los Zallo en busca “del mejor producto”. 

– Nosotros tenemos algo que no tiene nadie. 

– ¿Y qué es Aitite? 

– Tu madre, tus tíos, los primos, las personas del pueblo que nos ayudan, tú.- Y me subía a los hombros y me decía que los enanos subidos a los gigantes siempre ven más allá que los gigantes. 

Pasión, cariño y honestidad. No hay otro secreto. -Y me daba en la cabeza con esa mano poderosa, noble, mellada, con olor a sal, con manchas de vida. – Mano sucia de trabajo, no mancha, Laztana. 

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El sonido del mar golpea una y otra vez las mentes de los congregados que, absortos, escuchan tan extraña y maravillosa sinfonía.

A Francisca Zallo se le humedecen los ojos. Por un momento, parece que duda. Está a punto de caer. Solo entonces saca su mano del bolsillo. Sally Doufeaur, Ingeniera aeronáutica y coordinadora de un programa secreto de avance Satelital hace un gesto a Donald DeKirsk, filósofo estudioso del De Rerum Natura. El también ha visto la extraña marca circular en la mano de la anciana. Ingrid Gunarsson, experta en costumbres vikingas anota algo; Ilye Van der Velde, el mayor coleccionista de aguas del mundo, ve sin mirar; Mohamed El Haddiddi, acaricia el pequeño saco de arena que cuelga de su cuello… 

“Un día The Sounds of the Sea no volvió…” 

 “Lágrimas de sal, lágrimas de mar. ¡¿Dónde estaba el horizonte cuando más se le necesitaba?! Aquel día apreté mi brújula hasta sangrar. Conservas Zallo es el testimonio de toda la estirpe de los Zallo. Hoy he venido a decirles eso: que todos somos inmortales mientras haya alguien que nos recuerde, mientras que los hechos testifiquen nuestra existencia y…” 

Francisca Zallo sigue hablando pero ya no se le escucha. Porque entonces, por sorpresa, de manera inesperada, de manera incontestable, toman la palabra los sonidos del mar: The Souds of the Sea. Entonces calla y deja que las lágrimas humedezcan sus ojos cerrados mientras siente, con más fuerza que nunca, la forma redondeada que tiene en el bolsillo, su brújula, nuestra brújula. 

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